
Y lo reflejó muy bien el melodrama de los melodramas de Jacques Démy de 1964, Les parapluies de Cherbourg, el único musical que recuerdo donde no se alterna canción y voz sino que todo es canción. Es como tomarse un vaso de leche condensada con diez cucharadas de azúcar (los tonos pastel de los decorados, la angelical y casi adolescente Deneuve, los violines,...), pero a pesar de todo interesante.
Lean las letras de esas canciones, auténticos avisos para navegantes.
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